Martín Queralt Abogados es un despacho fundado en el año 1988 por el Catedrático de Derecho Financiero y Tributario, Juan Martín Queralt.
Desde entonces, la filosofía del despacho siempre ha sido la misma: desde un profundo conocimiento del Derecho tributario se investiga el fondo y origen de los problemas reales que vive quien se acerca en busca de asesoramiento profesional. El estudio del origen de cada cuestión y de cada problema jurídico es lo que permite dar una mejor respuesta a los mismos. Lógicamente, este planteamiento exige una relación personal y muy directa con quien está sufriendo los problemas que le llevan a buscar consejo profesional. Nuestro objetivo es en todo momento encontrar la solución menos traumática y, en la medida lo posible, la vía que permita no tener que acudir a los recursos en vía administrativa o jurisdiccional, no sólo por el coste económico que ello conlleva, sino, lo que es más importante, por la intranquilidad y zozobra que ello supone para quien tiene que estar pendiente de una decisión administrativa o judicial. De ahí la conveniencia de la planificación y el asesoramiento previo al planteamiento del problema, pues una vez éste ha surgido, ya no existe otra alternativa que la defensa de los intereses en la vía procesal correspondiente.
Ha sido esa filosofía, ese acercamiento a los problemas que tiene quien demanda los servicios del despacho, la que ha propiciado que con el transcurso del tiempo nos hayamos especializado en cuestiones que, trascendiendo el terreno puramente económico y tributario, agobian a quien debe tomar determinadas decisiones. Es el caso de la solución a problemas de carácter sucesorio, a las difíciles cuestiones planteadas con motivo de la distribución de la herencia de forma que no menoscabe las relaciones personales que ello conlleva o la realización de donaciones entre miembros de la unidad familiar. En todos estos casos, y de forma especial cuando está en juego la transmisión de una empresa, el asesoramiento profesional de quien conoce perfectamente los intereses en juego sirve para evitar no sólo problemas de índole económica sino para obviar el nacimiento de otros problemas que, por afectar a relaciones personales muy íntimas y estrechas, tienen, y deben tener, una mayor relevancia.